Papi

La secuela de Sabores

Volumen 3 de la serie Horizontes

Seis meses después de conocerse en los Sabores de Chicago, Lil Lampert y Grier Dilorio están viviendo juntos. Su vínculo físico es más sólido que nunca, pero pronto se dan cuenta de que se necesita más que tres palabras mágicas y sexo excelente para formar una pareja.

Como cualquier aprendiz, Grier está asimilando cómo navegar por su nueva vida. Sus problemas deberían haber terminado cuando Jillian firmó los papeles, reconociéndolo como padre biológico de Luca, y tuvo la oportunidad de comenzar con su carrera de diseñador, pero en lugar de eso, está obstaculizado por viejos temores y malos hábitos que son difíciles de romper.

Adaptarse a un diminuto apartamento, en una ciudad con un invierno muy riguroso al lado de un hombre más joven y terco, es todo un reto para Lil. Su posición como “papi” de Luca se convierte en un acto de equilibrio entre lo que él considera correcto y lo que indican los ocho años de experiencia paternal de Grier.

Su vida ya es lo suficientemente compleja, pero ahora Lil y Grier se van a tener que enfrentar a una nueva situación, que involucra una gran institución. Repentinamente la seguridad de Luca y su felicidad como familia dependen del profundo conocimiento de Lil de la naturaleza humana y de la voluntad de Grier para aprender.

Cover Artist: Anne Cain

Translator: Rocío Ares

 


Capítulo uno

 

 

LUCA CORRIÓ a toda velocidad por la alfombra y con un gran salto aterrizó sobre el montón de mantas, sobresaltando a Grier y a Lil, despertándolos de un pesado sueño.

—¡Papá, está nevando!

—Estupendo —contestó Grier entre dientes.

—Vamos —dijo Luca impaciente, dándole un tirón a las mantas. Moviendo el otro cuerpo que yacía acurrucado bajo el cálido edredón—. Por favor, ¿papi?

—Jesús, María y José… Desearía que este niño no fuera tan madrugador —murmuro Lil, luchando por despertarse. Abrió un ojo y se encontró con la cara de Luca a pocos centímetros de distancia, mirándolo impaciente—. ¿Qué pasa, cariño?

—Eztá nevando —gritó Luca, ceceando a causa de la excitación—.Tenemos que ir afuera y hacer ángeles.

—Oh, Cristo —gimió Lil, dándole a Grier un ligero codazo—. Levántate.

—Tú también —tartamudeó Grier—. No hago esto porque me apetezca.

—¿Qué es exactamente lo que estamos haciendo? —preguntó Lil, apartando el edredón y sentándose a regañadientes—. Luca, ¿tienes idea de cuánto odio la nieve?

—¿Por qué?

—Porque es muy fría.

—Se supone que debe de ser fría, papi. ¡Es nieve!

Lil suspiró derrotado.

—¿Al menos tengo un par de guantes?

—Compramos unos el otro día en L.L. Bean —dijo Grier entre dientes, levantando finalmente la cabeza de la almohada—. Están hechos para mantener el calor hasta en condiciones de diez grados bajo cero.

—¡Menuda mier… miel, menuda miel! No estará haciendo tanto frío, ¿verdad?

—Se refiere a la sensación térmica —dijo Grier.

—Genial. Te das cuenta de que mi sangre todavía no se ha espesado, ¿verdad? Solo llevo aquí cinco meses.

—¿Entonces soy el único que ha estado ardiendo a fuego lento desde entonces?

Lil le devolvió la sonrisa a la hermosa cara de Grier.

—Silencio, hay pequeños oídos presentes.

—¿Papi? ¿Te levantas o qué?

—Oh, ya estoy levantado —dijo Lil con mordacidad.

Grier miró a hurtadillas debajo de la manta y vio que Lil definitivamente estaba levantado. Mirando a los ojos a su amante, le hizo un guiño cómplice.

—Luca, ve a vestirte. Papi y yo iremos en un minuto.

—¿Lo prometes? ¿No más arrumacos?

—¿Ha dicho arrumacos o abrazos?

—¿Hay alguna diferencia?

—Conoce bien a sus papás.

—Se pasa de listo —dijo Grier en voz baja—. Lo prometo, Luca. ¡Ahora date prisa!

Cuando por fin salió el pequeño, Lil se deslizó nuevamente bajo el cálido edredón y estuvo encantado cuando Grier se acercó a él.

—Abrázame durante un segundo.

—Mira que tenemos suerte de que nieve justo en nuestro fin de semana con Luca.

—Es diciembre —señaló Grier—. ¿Pensaste que estábamos bromeando cuando te advertimos sobre este clima de mierda?

—Obviamente no, pero soy un soñador.

—Eres maravilloso —dijo Grier, dejando un rastro de besos sobre el torso de Lil mientras hacía su camino hacia el sur.

—Grier, no empieces.

—Solo nos tomará un minuto.

—¿Qué ocurre si regresa?

—Estaré debajo de las mantas.

—Te gusta vivir al límite, ¿verdad? —Lil se quedó sin aliento cuando sintió la cálida boca de su amante engullirlo en un solo movimiento—. Oh Dios —gimió, cerrando los ojos y dejando que Grier lo transportara a un lugar mucho más caliente.

Saber lo que le esperaba fuera del apartamento no era suficiente para frenar su necesidad por Grier, que se había profundizado desde su llegada el pasado agosto. Eran como recién casados, no podían mantener sus manos lejos del otro. El mayor problema era encontrar el momento adecuado, especialmente cuando Luca estaba por allí. Grier estaba decidido a ser un padre modelo y parte de ello era evitar cualquier comportamiento fuera de lo normal. Él quería que las experiencias en la infancia de Luca fueran iguales a las de cualquier otro niño criado en una familia tradicional. La diferencia, por supuesto, estaba en que su padre era homosexual.

Explicarle a Luca su orientación sexual fue una de las cosas más difíciles que Grier había hecho en su vida, pero estaba completamente convencido a ser honesto después de todas las mentiras que se habían perpetuado desde el nacimiento del niño. Luca había recibido las explicaciones con gran naturalidad, ayudado en gran parte por el amor que sentía hacia Grier y Lil, al que cariñosamente había apodado como “papi”. El hecho de que su padre y su papi compartieran cama era irrelevante para el niño de ocho años.

La madre de Luca, Jillian, era otra historia. Enfureció cuando el tribunal otorgó la custodia compartida a Grier, especialmente cuando se enteró de que compartía casa con Lil. Ella protestó vehementemente, diciéndole al juez que Luca sería “desviado” por dos homosexuales. Afortunadamente, el juez no se dejó influir por su violento alegato, siendo generoso y justo en extremo sobre sus derechos parentales. Sin embargo, les aseguró que Grier tenía que ser mejor que el resto de los padres, por la sencilla razón de que era homosexual y las cartas estaban en su contra. Todo esto se dijo en la privacidad de la oficina del juez después de que se anunciara el veredicto.

Un movimiento equivocado y Jillian lo podría llevar de regreso a los tribunales y pedir la custodia exclusiva. Hasta ahora, Grier y Lil habían sido modelos de moderación, y apenas se tocaban el uno al otro en presencia de Luca. Mantenían sus demostraciones de afecto en público al mínimo. Solo ir de la mano y abrazarse era aceptable, así como algún beso ocasional.

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